Pág 182 1 de agosto, llegada de aviación republicana, aviones comprado a los EEUU,
Los hombres de la 60 división hacen un alto cerca de la venta de Camposines…. Han tenido que rehacer el camino varias veces, nadie conoce bien los itinerarios. Duermen de día y toman rancho frío de noche.Latas de sardinas, y un poco de pan.
Reemprenden la marcha de tanto en tanto, charlan unos con otros, el silencio es a veces sostenido porque están preocupados en su aproximación al frente. van agrupados pero no en formación. Súbitamente comienzan a sonar ráfagas de ametralladoras y a reventar morteros. El fuego es intenso, procede de un atrincheramiento no muy lejano pero que nadie puede precisar con exactitud. las balas silban, las explosiones de los morteros son continúas. Los hombres corren en todas direcciones buscando protección.El pánico, unido a la sorpresa, es total. Hay bastantes heridos, que gritan pidiendo auxilio sin que nadie pueda atenderles. El ataque puede durar un rato. cuando las armas callan aparecen oficiales de otra unidad: La 84 brigada se ha metido directamente en la primera línea. El estruendo de su despreocupada marcha ha alertado al enemigo.
Con la oscuridad se reanuda el avance. Hasta posiciones donde deben relevar a los hombres de las unidades más desgastadas. La alegría de los que se van es explosiva.
Para Bartres, los hombres relevados parecen mayores. Su apariencia contrasta con la juventud de los que llegan. Los hombres que marchan a la retaguardia para descansar tienen aspecto que denuncia los días de lucha que han librado desde el 25. “Sucios, sin afeitar, polvorientos.”
Los oficiales relevados instruyen a los de la 60 división sobre los lugares que deben de ocupar sus tropas. El cambio se hace con celeridad. Los hombres se marchan a toda prisa.
Bartres y sus compañeros se encuentran, caídas sin tener tiempo para pensarlo, guarnecidos en la primera línea de fuego, situados frente a un enemigo al que todavía no pueden ver porque la noche es oscura, pero al que sienten cerca. Y comprueban que no hay trincheras, que tienen que refugiarse en los agujeros que han hecho las granadas, detrás de las rocas , en los pocos árboles que hay en pie. Refugios improvisados…
La noche es oscura y cálida. Pero se ilumina de manera cuando las bengalas del enemigo se abren en el cielo y las balas trazadoras comienzan a cruzar el aire señalando el camino a las que siguen. Luego, de inmediato, las granadas rompedoras, repletas de una mortífera carga de metralla., una fuerte lluvia de morteros y un intenso fuego de fusilería y ametralladoras . La tierra tiembla con las continuas explosiones y se recortan las siluetas de los combatientes con sus resplandores súbitos y fugaces.
A Bartres le parece que el potente ataque es un saludo a los recién llegados. Ellos han respondido con la misma moneda, con fusiles, ametralladoras y morteros. El tiempo que ha durado el saludo acaba de manera tan brusca como ha comenzado, los novatos de la 84 B han agotado sus municiones.
No hay bajas.