25 ago 2011

31. 2 parte Unificaciones. Textos.

Textos sobre las Unificaciones alemana e italiana.

Todos los que hablan un mismo idioma hállanse unidos entre sí desde el principio por un cúmulo de lazos invisibles, porque pueden comprenderse unos a otros y se comprenderán cada vez con mayor claridad, formando, naturalmente, un todo homogéneo. Siendo así, le es imposible al Estado aceptar de ningún otro pueblo noción alguna de abolengo y de idioma diferente, sin perjudicarse a sí mismo y a su propia formación. De estos límites internos, constituidos por las propias fuerzas de la naturaleza espiritual humana, se originan luego los límites o fronteras materiales, de modo que los hombres no forman una nación porque vivan en este o el otro lado de una cadena de montañas o de un río, sino que viven juntos (…) porque primitivamente, y en virtud de las leyes naturales de orden superior, formaban
ya un pueblo.
FICHTE, J.: Discursos a la nación alemana. 1807.


El ferrocarril de Turín a Chambery será una de las maravillas del mundo; inmortalizará el nombre del rey Carlos Alberto si tiene el valor y la energía de construirlo. Seguirán incalculables beneficios que harán eterna la memoria de su reinado, ya señalado por tan gloriosas realizaciones.
(…) La línea [de ferrocarril] de Viena a Trieste será otra cuya construcción se desea vehementemente porque ayudará inmediatamente a la agricultura italiana, al abrirle nuevos mercados.
Son tantos los atractivos de nuestro país que es difícil imaginar el número de extranjeros que un día buscarán aquí un aire más puro y más limpio para su maltrecha salud (…). Ellos serán una ganancia innegable para los ferrocarriles. Una vez que la red de ferrocarriles se complete, Italia gozará de un considerable comercio de tránsito (…) los ferrocarriles abrirán un magnífico futuro económico a Italia.
Sin embargo, además de los grandes beneficios para Italia provocados por los ferrocarriles, no serán menos importantes los inexcusables efectos morales (…). Las comunicaciones, que ayudan al incesante movimiento de la gente en todas las direcciones y que forzarán a la gente a entrar en contacto con quienes no conocen, serán una poderosa ayuda para destruir las pequeñas pasiones locales nacidas de la ignorancia y los prejuicios (…). Más que por otra reforma administrativa, la construcción de los ferrocarriles ayudará a consolidar la mutua confianza entre el gobierno y el pueblo.
CONDE DE CAVOUR, 1846.

La unificación italiana se basó en la necesaria ayuda exterior para poder derrotar a su principal oponente, Austria, y el apoyo que se dio al reino de Piamonte como motor del proceso. El primer elemento fue aportado por Francia, y el segundo, por el conde de Cavour. El documento recoge ambos temas.
Me ha alegrado saber que V.M. había reconocido que el resumen de los puntos acordados en Plombières era exacto (…). V.M. cree conveniente retrasar la época ya fijada para el inicio de las hostilidades, aplazándolo, si es posible, a la primavera de 1860 (…). Este punto ha llamado sobre todo la atención del rey, que me ha encargado transmitirle las siguientes consideraciones. El aplazamiento de la guerra (…) tendría a los ojos del rey grandes inconvenientes. En efecto, es incontestable que gracias a la habilidad y la sagacidad de V.M. Europa está en este momento favorablemente dispuesta para facilitar la ejecución de los proyectos (…), mientras que en Italia los ánimos están admirablemente dispuestos por la preparación que hemos tenido desde hace veinte años para los acontecimientos a los que deben dar lugar. El retraso de un año podría modificar, y modificaría probablemente en perjuicio nuestra tal situación.
El acercamiento de Austria a Rusia o a Prusia no es imposible.
(…) Por lo que se refiere a Italia, un prolongado retraso no puede ser sino desastroso para nuestros designios. Hoy todo está dispuesto en un sentido que le es favorable. La influencia del partido revolucionario, gracias a la confianza que inspira el Piamonte, si no destruida, al menos reducida a proporciones insignificantes. Si Mazzini conserva todavía algunos adeptos en las capas bajas de la sociedad, con la ayuda de las ideas socialistas que él ha acabado adoptando, ha perdido todo prestigio entre las clases medias y altas, que han sido casi enteramente captadas por los principios de orden y de moderación, los únicos que pueden conseguir la emancipación de la patria
(…). ¿No es de temer que la naturaleza de mis compatriotas se agote y que, cansados de una espera inútil, caigan en el desánimo, o, lo que sería peor, se dejen arrastrar de nuevo por las excitaciones insensatas, pero seductoras, de los hombres del autodenominado partido de acción? Si en el intervalo tuviera lugar en Italia una tentativa revolucionaria
cualquiera, el plan tan bien combinado por V.M. peligraría por estar mirando en su base.
CONDE DE CAVOUR: Carta a Napoleón III. 1858.


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